Lesión: qué es, cómo evitarla y recuperarse sin complicaciones
Una lesión es cualquier daño que sufre tu cuerpo por un golpe, un movimiento brusco o un uso excesivo. No importa si eres deportista, trabajador de oficina o simplemente te gusta caminar, todos podemos tropezar con una lesión en algún momento. Lo importante es reconocerla a tiempo y saber qué hacer para no empeorarla.
Tipos de lesión más comunes y sus causas
Las lesiones se dividen en dos grupos: agudas y crónicas. Las agudas aparecen de repente, como un esguince al torcerte el tobillo o una cortadura al cocinar. Las crónicas se desarrollan poco a poco, por ejemplo, dolor de espalda por estar mucho tiempo sentado sin postura adecuada.
Los deportes de alto impacto suelen generar torceduras, desgarros musculares y contusiones. En la oficina, el enemigo suele ser la tensión en cuello y hombros, provocada por estar mucho tiempo frente al computador. En casa, un resbalón en el baño o una caída de escaleras pueden dejar moretones o fracturas.
Prevención: pequeños hábitos que marcan la diferencia
Evitar una lesión no requiere un entrenamiento extremo, basta con incorporar algunos hábitos sencillos. Calienta siempre antes de hacer ejercicio; cinco minutos de movilidad ligera aumentan el flujo sanguíneo y preparan los músculos. Usa el equipo correcto: calzado con buen soporte, protecciones para deportes de contacto y una silla ergonómica para trabajar.
Escucha a tu cuerpo. Si sientes dolor persistente, descansa y revisa la postura. Mantén una rutina de estiramientos al final del día para evitar la rigidez. Y, por supuesto, mantén tu entorno libre de obstáculos: quita cables del suelo y usa alfombras antideslizantes en el baño.
Cuando ocurre una lesión, la regla RICE es tu mejor aliada: reposo, hielo, compresión y elevación. Aplica hielo en bloques de 15 minutos cada hora durante las primeras 24‑48 horas para reducir la inflamación. La compresión con una venda elástica ayuda a controlar el hinchazón, y elevar la zona afectada mejora la circulación.
Si el dolor es intenso, la movilidad es limitada o aparecen signos de sangrado interno, busca atención médica de inmediato. Un profesional puede descartar fracturas, desgarros graves o problemas más serios que requieren tratamiento especializado.
Una vez que la inflamación baja, comienza la fase de rehabilitación. Ejercicios suaves de rango de movimiento y fortalecimiento progresivo devuelven la función sin sobrecargar la zona. No intentes volver a la actividad completa antes de que el cuerpo haya respondido bien; hacerlo puede provocar una recaída.
Recuerda que cada lesión tiene su propio tiempo de recuperación. No te compares con otros; lo que funciona para un amigo puede no ser adecuado para ti. Mantén una actitud positiva, sigue las indicaciones de tu fisioterapeuta y celebra cada pequeño avance.
En resumen, una lesión es una señal de que algo no está bien. Detectarla a tiempo, aplicar los cuidados básicos y seguir un plan de rehabilitación te permitirá volver a la rutina sin problemas. Cuida tu cuerpo y él te lo agradecerá.