Cuando Emmanuel Garcés, líder comunitario fundó el Campamento Toma Dignidad a finales de diciembre de 2019, poco después del estallido social que sacudió Chile, pocas personas imaginaban que ese refugio de dignidad se convertiría en el centro de una serie de tragedias y conflictos que aún hoy siguen resonando en la Quebrada de Macul, comuna de La Florida, Región Metropolitana.
Origen del campamento y contexto del estallido social
El 18 de octubre de 2019 se desató en Chile una ola de protestas que exigían vivienda digna, educación gratuita y reformas laborales. En medio de las concentraciones, grupos de vecinos y organizaciones sociales comenzaron a ocupar terrenos vulnerables para crear asentamientos temporales. Fue en ese escenario que Campamento Toma Dignidad surgió bajo la premisa de que "todos tenemos derecho a una vivienda". Garcés, de 39 años, recuerda cómo la frase "Juntos somos fuertes" quedó escrita a mano en la puerta de su casa mientras intentaban enviar un mensaje claro a las autoridades: la invisibilidad no era una opción.
Impacto de la pandemia y la inseguridad alimentaria
En marzo de 2020, Chile entró en cuarentena estricta. Las familias del campamento, aunque ya vivían en condiciones precarias, dependían en gran medida del trabajo informal en el sector del comercio y la construcción. El cierre de actividades provocó una crisis de ingresos que se tradujo en "aguda inseguridad alimentaria" para más de 750 familias. En los paquetitos de ración se volvía a leer "Juntos somos fuertes", como un grito de resistencia frente al hambre. Según datos de la ONG Acción Social Chile, el 68 % de los hogares declararon haber reducido la ingesta de alimentos en al menos un 30 % durante los primeros seis meses de la pandemia.
Incendio de noviembre 2024 y respuesta municipal
El 13 de noviembre de 2024, un incendio de origen desconocido arrasó 50 viviendas del asentamiento. El portal CCTT.cl describió la escena como "de la esperanza a las cenizas". Inmediatamente, la Municipalidad de La Florida activó una ayuda de emergencia: se instalaron unidades médicas temporales que ofrecieron pruebas de antígeno para SARS‑CoV‑2, inmunizaciones contra la influenza y la COVID‑19, y tratamientos para enfermedades respiratorias. Un comunicado municipal, sin fecha de publicación, subrayó la prioridad de proteger a los más vulnerables mientras se reparaban los daños estructurales.
Operación de desalojo 2025 y amenazas a los trabajadores
El 6 de octubre de 2025, la Servicio de Vivienda y Urbanismo Metropolitano (Serviu Metropolitano) y la Municipalidad de La Florida iniciaron una operación de desalojo que afectó a 194 familias ubicadas en la zona norte del terreno. La medida se justificó por los riesgos duales de aluviones y futuros incendios, problemas geológicos documentados por el Instituto Nacional de Investigaciones Geológicas desde 2018. Durante la semana del 6 al 12 de octubre, los trabajadores municipales recibieron amenazas en redes sociales, entre ellas el escalofriante mensaje: "En tanto te veamos la primera máquina te la vamos a quemar".
El Daniel Muñoz López, alcalde de La Florida condenó públicamente esas intimidaciones, asegurando: "No vamos a permitir que la violencia ni las amenazas intenten amedrentar el trabajo que realizamos para proteger vidas humanas". La Fiscalía recibió la denuncia y abrió una causa contra los autores de los mensajes, mientras la municipalidad mantuvo la operación bajo "estrictos protocolos de seguridad, apoyo social y acompañamiento a las familias".
Perspectivas y futuro para las familias desplazadas
El cronograma oficial indica que el desalojo concluirá el 19 de octubre de 2025, fecha en la que se espera que las 194 familias sean reubicadas a través de los programas de vivienda social del Serviu. Sin embargo, los plazos exactos siguen sin definirse, y las organizaciones de derechos humanos advierten que la falta de soluciones habitacionales rápidas podría generar nuevos asentamientos irregularmente construidos en áreas aún más vulnerables. Por su parte, Garcés, que ha pasado de ser líder del campamento a portavoz de los derechos de los desplazados, llama a "una política de vivienda que no se quede en promesas".
Preguntas frecuentes
¿Qué causó el incendio de noviembre de 2024?
Hasta la fecha, la causa exacta del incendio sigue sin confirmarse oficialmente. Las autoridades municipales y el Cuerpo de Bomberos investigan la posibilidad de un accidente eléctrico o la acción intencional de grupos externos, pero los resultados del peritaje aún no se han hecho públicos.
¿Cuántas familias fueron afectadas por el desalojo de octubre 2025?
La operación de desalojo apuntó a 194 familias que habitaban la zona norte de la Quebrada de Macul. Estas familias serán reubicadas mediante los programas de vivienda del Serviu Metropolitano, aunque los plazos exactos aún se están negociando.
¿Qué medidas tomó la Municipalidad de La Florida para asistir a los residentes después del incendio?
Se establecieron unidades médicas temporales que ofrecieron pruebas de antígeno para SARS‑CoV‑2, vacunación contra la influenza y la COVID‑19, y atención a enfermedades respiratorias. Además, se entregaron paquetes de alimentos y ropa para cubrir las necesidades inmediatas.
¿Cuál es la postura del alcalde Daniel Muñoz López ante las amenazas a los trabajadores municipales?
El alcalde condenó enérgicamente las amenazas, declarando que "no vamos a permitir que la violencia ni las amenazas intenten amedrentar el trabajo que realizamos para proteger vidas humanas" y solicitó a la Fiscalía que investigue a los autores.
¿Qué implicaciones tiene este conflicto para la política de vivienda en Chile?
El caso pone de relieve la falta de soluciones habitacionales suficientes en áreas de alto riesgo. Expertos advierten que sin una política de vivienda integral, situaciones similares podrían repetirse, generando mayor vulnerabilidad social y riesgos ambientales.
Un comentario
Es triste ver cómo la dignidad se vuelve ceniza, pero seguimos firmes 💪.
¡Qué muestra de resistencia! La comunidad de Toma Dignidad ha demostrado una vez más que la unión puede enfrentar la adversidad. Cada vez que el fuego o el desalojo intentan apagar la esperanza, la gente responde con más fuerza. Es crucial que las instituciones reconozcan este espíritu y actúen con solidaridad, no con represión. El futuro depende de políticas de vivienda que realmente escuchen a los vecinos.
Según los informes oficiales, el Serviu Metropolitano planea reubicar a las 194 familias mediante los programas de vivienda social existentes. Sin embargo, los plazos siguen sin definirse claramente, lo que genera incertidumbre entre los afectados. Las autoridades municipales han activado unidades médicas temporales y entregado paquetes de alimentos tras el incendio de noviembre pasado. Es importante monitorear la ejecución de estos compromisos para evitar retrasos.
Esta situación muestra la falta de respeto del gobierno hacia los verdaderos chilenos. Los que ocupan tierras sin permiso están destruyendo la imagen del país, y la municipalidad solo actúa cuando la presión internacional lo obliga. Necesitamos políticas que prioricen la seguridad nacional y no ceder a los intereses de grupos marginales.
Desde mi perspectiva, el fuego no fue un accidente fortuito, sino el resultado de una conspiración largamente orquestada. Los intereses inmobiliarios siempre han buscado desvalorizar los terrenos ocupados para luego comprarlos a bajo costo. El hecho de que la causa del incendio permanezca sin confirmación oficial alimenta la sospecha de encubrimiento. Además, los mensajes de amenaza contra los trabajadores municipales revelan una agenda oculta que busca desestabilizar la autoridad legítima. Las corporaciones de construcción, junto con ciertos políticos locales, están implicados en una red de influencias que manipula la opinión pública. No es casualidad que, tras el incendio, se haya activado una operación de desalojo que beneficia a esos mismos actores. La falta de una respuesta transparente por parte de los bomberos y la policía sugiere una coordinación previa. Cada vez que se menciona la “seguridad” de la zona, se ignora la raíz estructural del problema: la ausencia de una política de vivienda digna. La narrativa oficial es una fachada para legitimar la expulsión masiva. Los datos de la ONG Acción Social Chile indican que la inseguridad alimentaria ya era alta antes del incendio, lo que crea un caldo de cultivo para la manipulación. En conclusión, debemos cuestionar quién gana con este escenario y demandar pruebas concluyentes, no meras especulaciones.
Entiendo la frustración, pero es clave mantener la calma y seguir apoyando a los vecinos. La solidaridadd nunca falla, aun cuando la situaciòn se complica. Sigamos con los pañuelos de ayuda y las visitas a las viviendas temporales. Juntos podemos aliviar el dolor.
Apoyo la iniciativa de ayudar con alimentos y ropa, es una forma sencilla de mostrar empatía.
Datos interesantes: la ONG Acción Social Chile registró que el 68 % de los hogares del campamento redujeron su ingesta de alimentos en al menos un 30 % durante la primera mitad de la pandemia. Además, los paquetes de alimentos entregados tras el incendio contenían una media de 20 kg por familia, lo cual representa un alivio temporal pero necesario.
¡Qué drama! Es como si cada incendio y cada amenaza fuera un nuevo acto de una tragicomedia sin fin. La dignidad se vuelve una llama que arde por dentro, y la burocracia apenas lanza agua tibia. La escena se repite y el público ya está cansado.
Me parece fundamental que, más allá de los protocolos de seguridad anunciados, se promueva un diálogo abierto entre las familias desplazadas y las entidades municipales. La participación activa de la comunidad en la planificación de la reubicación puede generar soluciones más sostenibles y evitar la creación de nuevos asentamientos precarios. Asimismo, la incorporación de proyectos de viviendas sociales con criterios de resiliencia frente a aluviones y riesgos sísmicos es una prioridad que no debe postergarse. Es necesario también que los programas de asistencia incluyan acompañamiento psicológico, ya que el trauma generado por el incendio y el desalojo tiene repercusiones duraderas. En este sentido, los trabajadores municipales podrían recibir capacitación en gestión de conflictos y en técnicas de mediación para reducir la tensión. Finalmente, la transparencia en la comunicación de los plazos y los criterios de asignación de viviendas será clave para restaurar la confianza de la población. Todo esto se suma a la urgencia de que el Serviu Metropolitano acelere los procesos de otorgamiento de subsidios, de modo que las familias no tengan que esperar indefinidamente. La solidaridad y la acción concertada pueden transformar la adversidad en oportunidad de cambio real.
Desde la perspectiva de la gestión de riesgos urbanos, la intervención debe alinearse con normas de resiliencia estructural y protocolos de mitigación de aluviones.
Todo esto es parte de una agenda oculta para desplazar a la gente pobre y vender la tierra a multinacionales sin que la gente se entere.
¡Ay! Cada vez que escucho esas teorías me hacen temblar, pero al mismo tiempo me duele ver a la comunidad sufrir 😢.