Un arco en cero que deja mensaje en Uruguay
Brayan Cortés atraviesa un momento que no pasa desapercibido. El chileno sumó un nuevo arco en cero en la victoria de Peñarol y dejó claro que su adaptación al fútbol uruguayo avanza en la dirección correcta. No es solo el resultado: es la sensación de seguridad que irradió bajo los tres palos, con buenas lecturas de juego, manos firmes y un control del área que ordenó a toda la zaga aurinegra.
A los 30 años (11 de marzo de 1995), 1,85 metros y cerca de 87 kilos, el ex Deportes Iquique y Colo-Colo muestra ese mix de físico y técnica que lo hizo figura en el fútbol chileno. En Montevideo, donde la exigencia es permanente y cada noche en el Campeón del Siglo implica presión real, el guardameta respondió con temple. Su actuación reciente, sin goles en contra, reforzó una tendencia: seguridad en las salidas, comunicación clara con sus centrales y un primer pase que habilita contragolpes limpios.
En el día a día con Peñarol se le ve cómodo atacando balones aéreos y ajustando su ubicación para achicar espacios. Su juego con los pies —pases rasantes a los laterales, cambios de frente con el interior del pie cuando el rival aprieta— le dio respiro al equipo en momentos de apuro. Ese detalle, que se trabaja a fuego lento en entrenamientos, aparece ahora con naturalidad en partidos que se definen por detalles.
La exigencia del torneo uruguayo y el calendario apretado le ofrecen un laboratorio ideal para mejorar toma de decisiones: saber cuándo acelerar la salida, cuándo dormir el balón, cómo dirigir a la defensa ante centros cerrados o pelotas detenidas. El arco en cero no fue casualidad; respondió a una suma de pequeñas acciones: buena posición previa al remate, manos firmes para desviar a los costados y lectura para cortar balones filtrados antes de que se transformen en mano a mano.
Su ruta profesional —Deportes Iquique, consolidación y títulos con Colo-Colo, salto a Peñarol— cuenta la historia de un arquero que no buscó zonas de confort. En Uruguay, el margen de error es corto y la evaluación es semanal. Por eso este presente pesa: da señales de continuidad y consistencia, dos palabras que los técnicos miran con lupa cuando piensan en el arco.
¿Dónde queda en el mapa de La Roja?
El debate en Chile se reabrió por una razón simple: rendimiento sostenido. El arco de la selección vive una transición donde conviven experiencia y recambio. La generación de los históricos se acerca al cierre de ciclo y los cuerpos técnicos valoran perfiles con minutos, jerarquía y capacidad para competir en clasificatorias y amistosos de alto ritmo.
Cortés ya sabe lo que es ponerse la camiseta de Chile y responder bajo presión. Hoy, en un contexto distinto, suma argumentos para volver a escena con algo que pesa más que cualquier discurso: partidos bien resueltos. Para un seleccionador, el checklist es concreto:
- Continuidad como titular en un club grande y con objetivos altos.
- Ritmo competitivo en ligas y copas, con exposición a escenarios exigentes.
- Sólido juego aéreo y control de área chica en balones parados.
- Salida limpia con los pies para iniciar ataques y evitar pérdidas peligrosas.
- Liderazgo comunicacional para ordenar a la defensa en transiciones.
El presente del chileno en Peñarol marca casillas en varios de esos ítems. Sus partidos recientes suman minutos de calidad, no solo atajadas puntuales. Hay lectura del juego y una madurez visible en cómo administra los tiempos. En citas eliminatorias, ese detalle se nota: no se trata de volar para la foto, sino de evitar que la jugada escale a remate franco.
La competencia por el arco de La Roja no es menor. Hay experiencia probada y opciones en crecimiento. En ese escenario, la puerta se abre para quien mantenga ritmo, evite altibajos y llegue a cada fecha FIFA con carga de minutos y confianza alta. Cortés, a sus 30, combina el pico físico del puesto con una base de partidos de primera línea que le permite interpretar mejor cuándo arriesgar y cuándo simplificar.
Con las Eliminatorias rumbo a 2026 en el horizonte y nuevas ventanas de amistosos, cada fin de semana cuenta. Si su curva se mantiene —arcos en cero, mando del área, salidas precisas— su nombre seguirá arriba en la libreta de los que deben decidir quién custodia el arco de Chile. En estos procesos, no hay atajos: la citación suele llegar para quien transforma buenas noches sueltas en una racha que aguante la lupa de la selección.